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Las Damas de Blanco surgieron espontáneamente
en Abril del año 2003, cuando un grupo de valientes
y dignas mujeres sufrieron la injusta encarcelación
de sus familiares. Hoy el grupo junta a mujeres de diversos
credos e ideologías, por toda Cuba, unidas por el dolor
de estar separadas de sus seres más queridos y el firme
propósito de lograr su liberación.
A continuación puedes ver información específica
acerca de algunas Damas de Blanco. |
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Silvia
Aguado
esposa de Antonio Villarreal.
Silvia acompañada
de su hija Diani Teresa, de nueve años. "Ella quiere
demasiado a su padre. Ha estado enferma con los viajes a la
prisión"
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Silvia, de cuarenta y seis años, vive en
un pueblo llamado Corralillo, en Villa Clara,
con su hija Diani Teresa. Su casa está en una
loma, muy cerca del mar.
Su esposo, Antonio
Villarreal, fue injustamente condenado
a quince años. Al igual que muchos de los
75 detenidos en marzo de 2003, Antonio ha debido
pasar por varias prisiones. Primero estuvo en
Santiago de Cuba, en celda de castigo. Aislado.
Ahora está en La Pendiente, en Santa Clara.
Ha bajado mucho de peso últimamente y tiene
una hernia que debería operarse.
Silvia está acompañada de su hija
Diani Teresa, quien cumplió nueve años
el 29 de septiembre de 2005. "Ella quiere demasiado
a su padre. Ha estado enferma con los viajes a
la prisión. Tenía mucho movimiento
en las manos por lo que hubo que llevarla al médico,
pero ya se le ha pasado", cuenta su madre.
Para llegar a la prisión en Santa Clara
Silvia debe abordar un automóvil a las
cuatro de la madrugada, lo que implica levantarse
a las dos. "En otros lugares hay más movilización.
No aquí, donde dependemos de las guaguas
(autobuses). Nos paramos en el camino y debemos
esperar a tener lugar en alguna guagua".A Santa
Clara el bus llega entre siete u ocho de la mañana
y allí debe coger un coche que las lleve
hasta la prisión. "A la salida es más
fácil", dice con resignación.
Silvia se las arregla para que su niña
no sepa exactamente lo que pasa con su padre.
"Yo le digo que su papá está en
una escuela estudiando estadística. Ella
me dice por qué mi papá tiene que
estudiar, por qué tiene que estar donde
esas personas tan malas y no lo dejan venir a
la casa. Digo, niña, porque tiene que estudiar".Y
así han pasado dos años.
Antonio estudió economía. Trabajó
algún tiempo de forma particular, y después
entró de lleno a las labores de la oposición.
Su esperanza, como la de todas las Damas de Blanco,
es que algún día las cosas cambien
y su marido pueda salir en libertad. "Esperando
estamos a ver que sucede, unas veces quedamos
atrasaditas, otras veces tenemos la esperanza,
de cuando salen. Las apelaciones ya se hicieron.
Esperar a ver qué pase, que cambie algo
o que se hagan gestiones. Nos dicen que se hacen
gestiones internacionales para ver qué
sucede".Y con esa esperanza de que las cosas
cambien indica que "es un crimen tenerlos
allí por sus ideas. El no se arrepiente.
Tiene su idea y más nada. Se mantiene".
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Nancy
Alfaya
esposa de Jorge Olivera Castillo |
El periodista independiente Jorge Olivera Castillo
se encuentra en "licencia extrapenal"
-libertad condicional- desde Diciembre del 2004,
debido a su deteriorado estado de salud. Fue condenado
por "escribir sin mandato", al igual
que más de veinte periodistas independientes
en Abril del 2003.
Cada vez que Nancy iba a la prisión
en la que estaba su esposo, los funcionarios
la obligaban a desnudarse para registrarla antes
de permitirle entrar. Rehusó a ser degradada
de esa manera y como resultado no le permitían
ni siquiera darle a Jorge su medicación,
a pesar de encontrarse enfermo.
El periodista independiente Jorge Olivera
Castillo se encuentra en "licencia
extrapenal" -libertad condicional- desde
Diciembre del 2004, debido a su deteriorado
estado de salud. Fue condenado por "escribir
sin mandato", al igual que más de
veinte periodistas independientes en Abril del
2003.
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Sonia Álvarez
Campillo,
esposa de Félix Navarro Rodríguez
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Sonia Generosa Álvarez Campillo es la esposa
del prisionero político Félix Navarro
Rodríguez. Se casaron en agosto de 1980
y de esa unión nación su hija Saylí
en 1986.
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Sonia Álvarez Campillo
con su esposo de Félix Navarro Rodríguez y su
hija |
Profesor de Enseñanza Media durante más
de 20 años, Félix fue expulsado
por "Traición a la Revolución"
como puede leerse en el documento oficial emitido
por la Dirección Municipal de Educación,
en Perico, Matanzas en 1992, al ser detenido y
condenado a tres años de privación
de libertad por ser opositor al gobierno. Una
vez libre se integra al Partido Solidaridad Democrática
hasta abril de 1999, fecha en la que funda el
Movimiento por la Democracia Pedro Luis Boitel
-en honor a un prisionero político que
murió en una huelga de hambre en una cárcel
cubana a principios de la década de 1970.
En marzo del 2003 fue detenido, y tras un arbitrario
pseudo-juicio sumario, sentenciado a 25 años,
condena que cumple en la prisión de máxima
seguridad de Combinado de Guantánamo.
Félix Navarro mantiene su oposición
al gobierno incluso en la cárcel. ''Honestamente,
no creo que lo vayan a soltar'', piensa su esposa
Sonia. `` (Mi esposo) es muy fuerte, no tiene
enfermedades. Ojalá que los soltaran a
todos, pero no creo''.
Su hija Saylí ha heredado la dignidad y
el coraje de sus padres.
Esta adolescente de hablar suave tenía
apenas seis años cuando su padre fue encarcelado
por primera vez. Ahora, rondando los 20, Saylí
Navarro se atreve a criticar al gobierno de Castro,
en un país donde el miedo es el rey. Está
indignada por las relativas comodidades que disfrutaba
el propio Castro cuando estuvo en la cárcel,
y que él mismo describía en sus
libros, y así se lo hizo saber en una carta
entregada en las oficinas de Castro en La Habana.
La joven Saylí piensa que los opositores
que continúan presos ''no han cometido
ningún delito'' y ``están en la
cárcel por el capricho de un hombre''.
"Yo quiero una Cuba donde exista la libertad...
que en la Cuba de Castro no existe'' dice.
Por su parte su padre sigue luchando por los derechos
humanos desde la prisión. Hace un tiempo
unos inspectores visitaron la cárcel y
él les dijo que uno de los presos dormía
en el suelo. Como resultado de eso, los guardias
le amenazaron.
CARTA DE SAYLÍ
NAVARRO A FIDEL CASTRO
Perico, Matanzas, 29 de marzo de 2003
Mi nombre es Saylí y soy la hija de Félix
Navarro Rodríguez, en estos momentos mi
papá se encuentra en prisión, no
es la primera vez que esto ocurre, pero la vez
anterior yo era muy pequeña para comprender
las razones por las cuales se lo habían
llevado. Mi mamá sufrió mucho, yo
también porque le echaba de menos y no
sabía cómo consolar a mi mamá.
Hoy, sin embargo, sé comprender las razones
de que mi papá y muchos otros hombres buenos
hayan sido encarcelados. He llorado tanto que
sentí que el corazón se me estaba
partiendo en mil pedazos, creo que más
nunca voy a poder llorar ya que en estos momentos
siento un gran vacío en el pecho.
Son infinitas las muestras de solidaridad que
estamos recibiendo desde todas partes del mundo,
no sólo de cubanos, también de españoles,
canadienses, norteamericanos, italianos, checos,
eslovacos, venezolanos, dominicanos, chilenos,
etc.
Pero las más emocionantes han sido las
que hemos recibido de nuestros vecinos, incluyendo
personas de los comités, del partido, la
policía, la federación de mujeres,
los muchachos que pertenecen a la juventud de
jóvenes comunistas y hasta de un agente
de la seguridad que nos dijo sentirse avergonzado
de estos abusos. Conforta saber que no estamos
solos.
Mis padres me han enseñado a no odiar,
a no usar la violencia y a comprender el verdadero
significado de la libertad: el hombre libre no
es el que oprime a un pueblo para mantenerse en
el poder, ya que la adicción al poder lo
convierte en un esclavo.
El hombre libre no encarcela a otro hombre por
disentir, eso lo hacen los cobardes que sólo
poseen la fuerza y se han quedado sin argumentos.
Los hombres libres no encarcelan a los poetas,
esto es un acto inútil, tal vez lo hacen
porque desconocen lo que escribiera el poeta sevillano
Gustavo Adolfo Bécquer a mediados del siglo
XIX: "podrá no haber poetas; pero
siempre habrá poesía".
Nuestro pueblo no es un pueblo de cobardes. Hace
más de dos mil años que un hombre
judío puso la otra mejilla y se dejó
crucificar, y fueron esas acciones y no la Inquisición
o las Cruzadas las que han sentado las bases de
la civilización occidental. Espero que
esta carta llegue a sus manos.
Respetuosamente,
Saylí Navarro
Gloria Amaya González,
madre de tres presos de conciencia, dos de ellos
aún en prisión
La historia de la familia Sigler-Amaya es una
de las más impresionantes de la lucha por
la democracia en Cuba.
Viven en Pedro Betancourt, una población
de la provincia de Matanzas, relativamente cercana
aunque muy distinta de Varadero, el centro turístico
más importante de Cuba.
La vida de Gloria Amaya, la madre, ha sido excepcional.
Tuvo que criar sola a sus cinco hijos, ya que
su esposo se encontraba enfermo. Todos sus hijos
son opositores. Tres de ellos son prisioneros
políticos, declarados prisioneros de conciencia.
Dos de ellos, Ariel y Guido siguen encarcelados
por sus ideas favorables a la democracia y opuestas
a la dictadura, mientras que el tercero Miguel,
partió al exilio recientemente junto a
su familia.

Ya antes de abril de 2003, esta ejemplar familia
tuvo que sufrir humillaciones, amenazas, golpes
y actos de repudio. Porque si ser opositor en
La Habana es un acto resueltamente valiente y
arriesgado, el serlo en un pueblo del interior
como Pedro Betancourt es una auténtica
heroicidad.
Gloria es de avanzada edad -76 años- y
sufre varias enfermedades. Durante actos de repudio
y en marzo del 2003 sufrió agresiones físicas
por parte de las turbas que entraron en su casa.
Pero a pesar de estar enferma, el mayor desgaste
es el espiritual. Lo da el que te separen a la
fuerza, a la vejez, de tus hijos.
El hogar de esta familia cubana, en el número
1910 de la calle 22, entre la 19 y la 2, en Pedro
Betancourt, Matanzas, se encuentra en condiciones
muy humildes, pero adornado por un lujo en los
tiempos que corren: una cantidad inconmensurable
de dignidad.
Gloria y su familia son hoy un brillante ejemplo para toda la humanidad
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Mayelín
Bolívar González
esposa de Manuel Ubals González |
Cuando arrestaron a su marido sus parientes les
dejaron un cuartito muy pequeño. Debido
a esa ayuda, los despidieron de sus trabajos.
Ahora ningún miembro de la familia está
ganando dinero.
En Marzo del 2005, Manuel Ubals denunció
junto a otros presos políticos ante la
opinión pública internacional en
un documento las violaciones de los derechos humanos
dentro de la prisión provincial de "Boniato"
en Santiago de Cuba, que incluyen la negación
de la atención médica, palizas,
chantajes, amenazas y torturas psicológicas.
Mayelín y sus tres hijos deben viajar en
tren para visitar a su marido en prisión.
Puesto que el tren no hace parada en el lugar
donde está la prisión, Mayelín
debe esperar a que sus dos hijos mayores salten
del tren en movimiento y enseguida saltar ella
también, pero llevando al más joven
de sus hijos en brazos.
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Magaly
Broche de La Cruz
esposa de Librado Ricardo Linares García
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Magaly es la esposa de Librado Ricardo Linares
García. Tienen un hijo, César.
Este ingeniero eléctrico fue expulsado
de su trabajo en 1992 al pedir reformas. Presidente
del Movimiento Cubano Reflexión en Camajuaní,
Villa Clara, fue condenado a 20 años en
Abril del 2003.
Cartas de su esposa y de su hijo
Camajuaní 2 de marzo
de 2004
Librado:
Ante todo va mi abrazo y un beso que te cubra.
Sólo unas palabras iniciales para decirte
que mereces aún más toda mi admiración
y respeto. Después de leer el libro "Cartas
desde la Prisión", del polaco Adam
Michnik, puedo comprender mejor cuántos
valores buenos almacenas en tu alma.
Creo que tienes razones sobradas para no ponerte
esa ropa de preso común, usarla sería
negarte a ti mismo, dejar de ser tú, debido
a tu perenne lucha a favor de los derechos humanos
que ahora te violan salvajemente debido a tu condición
de preso político y de conciencia.
Conocerte así me hace amarte más
y estar aún más segura del hombre
que elegí como esposo y padre de mi único
hijo. Siempre sentí en tu mirada y palabras
la transparencia de tu alma; pero ahora logro
comprender totalmente por qué me atrajiste
desde aquellas primeras conversaciones hace ya
algunos años.
Nuestro hijo me agradecerá toda su vida
el padre que escogí para él porque
lo hice primeramente por amor limpio y sincero
y en segundo lugar porque alguien que se formara
en mi vientre, no podría ser cualquier
cosa, sino el fruto de una gran semilla, por eso
inmodestamente me felicito por haberte escogido
a ti como una de las cosas más grandes
que me ha sucedido jamás, el mejor de los
padres, el amor que nunca morirá entre
nosotros, además del esposo y compañero
con quien viviré hasta el último
aliento de mi vida. Tú mereces mi amor
en el sentido más íntegro de la
palabra. Hoy más que nunca tienes motivos
para sentirte realizado a pesar de las adversidades,
pues lo que un día te propusiste arriesgando
la libertad y la unión de la familia, ha
sido reconocido por el mundo entero, debido a
las sobradas muestras de solidaridad internacional…
¿Qué más pedir?
No te preocupes por nosotros. Aquí estamos
fortalecidos, especialmente conociendo que tú
lo estás y con la fuerza de la razón
que nos asiste y nos levanta. Pobre de los que
tienen una lucha interna en su alma.
El niño está bien; él necesita
ahora más que nunca de mí. Yo me
esfuerzo en tratar de suplir tu insuperable papel
de padre, dándole lo mejor de mí.
Te amo y te amaré eternamente. Siempre
estaré a tu lado para apoyarte y decirte:
¡adelante!, porque estoy segura de que cuando
salgas de allí podrás abrazarme
con más fuerza que nunca. Todos los que
te conocen muestran su solidaridad, admiración
y respeto. Eres todo un millonario de corazones.
Cuídate mucho,
tu esposa para siempre,
Magalys
Camajuaní 2 de marzo
de 2004
Papito:
Eres el hombre más bueno del mundo por
eso tengo muchas ganas que regreses a casa. Tengo
tantas ganas que vengas que prefiero no tener
juguetes a cambio; que vengas para siempre…
sí, que acabes de venir ya.
Mi mamá se parece al cuento de la Bella
Durmiente y tú eres su príncipe.
Ella se está poniendo cada día más
linda, pero no te preocupes que yo te la cuido
bien. A Adita le dije que fuera a Santa Clara
donde hay un aparato que se le toca el botón
y se pone joven para cuando tú vengas la
encuentres linda también.
Yo no sé por qué te tienen encerrado
con gente muy mala, detrás de esas rejas
de hierro que no se pueden romper. Siempre me
acuerdo cuando estabas aquí y me leías
la Biblia y los cuentos bonitos antes de acostarme.
Por eso te extraño mucho. Tengo muchos
deseos de abrazarte tan fuerte que va a ser el
abrazo más fuerte que te voy a dar.
No te preocupes que yo me voy a portar bien, para
ser bueno igual que tú. Mi maestra me gusta
mucho, es muy buena y linda y dulce. Yo le llevo
flores y le doy muchos besos como tú me
pedías. A mí me gusta mucho estudiar,
para ser electricista y darle luz a mi mamita
siempre.
Tú y mamita pegan mucho porque ella es
delicada y tú eres serio, fuerte y grande.
Cómete toda la comidita para que no te
enfermes.
Un abrazo grande porque los hombres no se besan.
Te quiero mucho, tu hijo.
César
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Asunción
Carrillo
madre de Iván Hernández Carrillo |
Iván, sindicalista y periodista independiente,
ha estado en huelga de hambre en cuatro ocasiones
desde que fue arrestado. Así logró
que se le permitiera ver a un sacerdote y es uno
de los pocos que tiene una Biblia en su celda.
Leerla le ayudar a mantener el optimismo.
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Gisela
Delgado
esposa de Héctor Palacios |
"Las armas letales que ellos encontraron
aquí fueron lápices, hojas, una
máquina de escribir y libros que se llevaron
y que no he podido cuantificar. La hoja de confiscación
no la tengo", explica.
Debido a la edad de su esposo y sus malas condiciones
de salud, Gisela teme que no salga de allí
con vida. Héctor Palacios tiene 64 años
y su sentencia es de 25 años de prisión.
Los dos años y medio que lleva preso ya
le han repercutido mucho en su salud. Lleva más
de 20 meses hospitalizado.
"Está enfermo debido al tratamiento
inhumano que se le ha dado en la prisión.
Tiene un trastorno circulatorio severo, una insuficiencia
venosa a nivel periférico y profundo, es
algo irreversible. Tiene una cardiopatía
isquémica (problemas en las arterias coronarias)
e hipertensión severa" cuenta Gisela.
Héctor Palacios fue arrestado, en medio
de un gran operativo policial, el 20 de marzo
de 2003. Su juicio comenzó la mañana
del tres abril y concluyó a las cinco de
la madrugada del día siguiente. Fue justamente
durante el proceso cuando Gisela pasó los
peores momentos, ya que a Héctor se le
acusaba tanto por la ley 88 como por el artículo
91 del código penal, que contempla la pena
de muerte. "Finalmente el fiscal solicitó
25 años, para no tener que decir cadena
perpetua, que suena muy fuerte. No tuvo oportunidad
de defenderse, ni un abogado para que apelara
la sentencia."
"Según entiendo, esos juicios se aplican
en tiempos de guerra, y que yo sepa a esa fecha
el país no estaba en guerra", reclama
su esposa, quien es miembro activa de las Damas
de Blanco.
Gisela además preside el proyecto de Bibliotecas
Independientes de Cuba, iniciativa que continúa
adelante, pese a la represión. "Tiene
por principal objetivo dar lectura libre a las
comunidades, un objetivo netamente cultural. Las
bibliotecas se han convertido en prácticamente
centros sociales adonde las personas acuden en
busca de libros, muchas veces se debate sobre
diferentes temas, se hacen tertulias literarias",
relata sobre una actividad que la llena de orgullo.
Al momento de su arresto, Héctor Palacios
era el director del Centro de Estudios Sociales,
donde colaboraban profesionales de distintas ramas
y se analizaba la situación social, política
o económica del país. También
presidía la organización Todos Unidos,
que intenta encontrar un consenso entre las personas
sobre la situación cubana y cómo
hacérselo saber al Estado cubano, una sociedad
emergente. "Era todo lo que mi esposo hacía.
También escribía sus opiniones,
no era periodista independiente, pero le gusta
escribir".
En los años ochenta comenzaron las contradicciones
de Héctor Palacios con el régimen.
"Héctor comenzó a criticar
todo aquello y eso le costó la expulsión
del núcleo del partido. Después
lo fueron bajando de cargos en el trabajo. Y nunca
más tuvo posibilidades de trabajar",
recalca su esposa.
A diferencia de muchas de las otras Damas de Blanco
que de pronto han tenido que afrontar la detención
de sus maridos, Gisela tiene experiencia política
y también ha sufrido la represión.
"Ambos participábamos activamente
reuniendo firmas para el Proyecto Varela y por
eso los dos hemos sido detenidos anteriormente",
cuenta.
Desde 1994 a 1995, Héctor Palacios estuvo
detenido acusado de asociación, reunión
y manifestación ilícita. Y desde
enero de 1997 hasta febrero de 1998 por desacato
a la figura del presidente del Consejo de Estado.
En esa oportunidad, Héctor planteó
en una entrevista que era poco serio que los presidentes
firmaran acuerdos en las cumbres internacionales
y más tarde no los cumplieran, porque no
se hace un seguimiento de los acuerdos que allí
se adoptan."Héctor se refería
a la declaración que Castro firmó
en Viña del Mar, Chile, donde se manifestó
a favor del pluripartidismo y la democracia. Pero
luego cuando regresó a Cuba dice que esto
es ¡Socialismo o muerte!".De esa detención
quedó libre gracias a la amnistía
decretada en1998 debido a la visita que hizo a
la isla el Papa Juan Pablo II. Todo lo anterior
jugó además en su contra para el
juicio de 2003. "Cuando fue el juicio eso
fue considerado un agravante", recalca Gisela.
El participar de las actividades de las Damas
de Blanco también ha tenido un costo para
Gisela. "Este acto de ir a la iglesia, de
caminar por la Quinta Avenida, de hacer nuestra
protesta en silencio, lo han reprimido brutalmente.
En el mismo 2003, para el día de las madres,
fui visitada por dos agentes de la policía
política y me amenazaron con veinticinco
años de prisión si yo no dejaba
de hacer eso. Me prohibieron ir ese día
a esa iglesia de Santa Rita. Me dijeron que nuestra
actitud no iba a mejorar nada, entonces yo les
contesté qué vamos a mejorar si
ustedes lo que le han puesto es la muerte en las
manos de él".Gisela tiene 15 años
de casada y la satisfacción de que Héctor
haya criado a su hija, Giselle, como propia pese
a no ser su padre biológico. "Ella
también fue amenazada al principio cuando
estaba en la escuela, a los dieciocho años.
Le dijeron que ella me tenía que callar
la boca a mí y que todo era culpa de ese
hombre que supuestamente es su padre, pero que
no es su padre, como se lo refregaban. Además
le dijeron que a mí me llevarían
a una cárcel de mujeres bien lejos y que
ella era muy joven para asumir una carga tan pesada.
Su respuesta fue: si eso es lo que quieren imponer,
yo lo asumiré, pero ese sí es mi
padre, la persona que me ha criado".
Aunque es graduada en electrónica en computación,
Gisela nunca pudo acceder a buenos trabajos por
no "integrar el proceso revolucionario".Pese
a las actividades que desarrolla en las Damas
de Blanco y en las Bibliotecas Independientes,
su principal preocupación ahora es la deteriorada
salud de su esposo. "Su estado es tan grave
que tiene la pierna derecha inflamada a más
del doble. Se le ha desarrollado una artrosis
degenerativa generalizada, muy común en
la población penal por la humedad de las
prisiones y por la humedad que hay en nuestro
país. Todos esos padecimientos le pueden
causar hasta la muerte", manifiesta emocionada,
con un hilo de voz. "Yo quisiera que Héctor
no tuviera nada de eso aunque estuviera preso.
Ellos no están al servicio de ninguna potencia,
están al servicio del pueblo cubano. Yo
prefiero que cumpla una sanción pero con
salud, con la salud uno puede tenerlo todo, las
cosas pueden que no cambien pero uno tiene salud".
"El día que me entreguen a mi esposo,
si llegan a entregármelo, seré su
enfermera de por vida y sólo tendrá
el 40% de su salud"
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Juana
Felipe de Mustafá
madre de Jesús Mustafá Felipe |
Juana es la madre de Jesús Mustafá
Felipe, miembro del Movimiento Cristiano Liberación
y coordinador del Proyecto Varela. Jesús
ya estaba en la cárcel cumpliendo una condena
de 18 meses impuesta el 18 de febrero de 2003,
bajo la acusación de desacato y resistencia
a la autoridad, cuando fue condenado a 25 años
más de prisión en un juicio sumadísimo
el 7 de abril del 2003.
Los vecinos de Juana lanzan rocas y pintura a
la puerta de su casa, porque les prometieron que
les darían una televisión y una
línea de teléfono si hacían
eso.
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Alejandrina
García de la Riva
esposa de Diosdado González Marrero |
Cuando tiene algún dinerito extra, Alejandrina
compra combustible y algún amigo de buena
voluntad la traslada en su vehículo desde
Matanzas hasta la prisión de Kilo 5 y C
medio en Pinar del Río. Son más
de 400 kilómetros, pero es la única
forma que ella ha logrado idear para llevar consigo
a su suegra de 80 años para que vea su
hijo, Diosdado González Marrero, condenado
a 20 años."O si no me voy por la carretera
tirándole mano a los carros, con los bultos,
los alimentos que a veces se echan a perder, tengo
que salir dos días antes para Pinar del
Río para poder elaborar los alimentos allá
en la casa de algunas personas que me han brindado
cobijo en su casa. No eran gente conocida porque
nunca había ido a esa provincia, pero a
raíz de toda esta situación, la
oposición se activó y en todas las
provincias empezaron las personas a solidarizarse
y brindaron sus casas".
"Como mujer me ha sido muy difícil.
Me he quedado con dos hijos, que si bien ya no
son chicos necesitan mucho de su padre",
cuenta. Se trata de Reymar de 21 años y
de Dairelis, de 14. "He tenido que asumir
responsabilidades con ellos que no he encontrado
a veces formas de salir adelante, de explicarles,
de conversar con ellos", relata y agrega
que ella se casó a los 17 años,
cuando su marido recién tenía 21,
los que ahora tiene Reymar. Hasta el momento la
peor parte se la ha llevado el varón. Reymar
estudiaba en la escuela de deportes y a raíz
del arresto de su padre lo sacaron del equipo
de pelota. Comenzó a estudiar el bachiller
en el municipio de Perico, y lo echaron de la
escuela. "La directora le dijo que no podía
continuar estudiando y yo pedí una explicación.
Me dijo que por que no tenía ningún
centro de trabajo y que para terminar el bachiller
tenía que trabajar con el Estado.
Ella estudió técnico medio en el
Instituto de Agronomía, en Matanzas. "Yo
no puedo trabajar, aquí para trabajar tengo
que hacerlo en la agricultura chapeando (cortar
hierbas) con una guataca (azadón), arrancando
hierbas en el campo, en cooperativa, los salarios
son muy bajos y ese es el único trabajo
que pudiera hacer yo porque no hay empleo. Y no
sólo porque no hay empleo, sino que para
tener un trabajo más cómodo hay
que ser militante del Partido, de la Juventud
y estar con el gobierno", se lamenta.
Diosdado tiene calificación de obrero como
electricista y Alejandrina lo define como un líder
de la desobediencia civil en Matanzas. "El
dirigía un grupo de oposición pacífica
en Matanzas que se llama Partido Paz, Amor y Libertad.
Hacían mucha labor de desobediencia civil
en las calles, entregaban declaraciones de derechos
humanos, hacían actos públicos,
por ejemplo, los 28 de enero ponían flores
a José Martí y hacían mucho
trabajo con el pueblo, explicando los derechos
de los cubanos, cómo se violaban. En realidad
ha sido un líder de la desobediencia civil
aquí".
Junto a la crianza de sus hijos lo que más
la preocupa es la situación de vida de
Diosdado en la prisión. "En todo momento
uno piensa en que el alimento es escaso, que es
mal elaborado, que el agua está contaminada,
que están las enfermedades de tuberculosis,
de diarrea, de parasitismo en las prisiones. En
Cuba toda la gente está igual pero él
es lo que más me golpea a mi", reflexiona.
Las celebraciones como Navidad le duelen más
en soledad. "En las fechas importantes de
Fin de Año, la familia siempre hemos estado
unidos, los hijos en casa, siempre no ha sido
muy bueno, pero lo que hemos podido hacer es reunirnos
con amor, con paz, con tranquilidad dentro de
toda la angustia que vive la nación".En
Roque, el pueblito donde viven la patrona de la
iglesia es Santa Catalina de Siena, a ella es
a quien Alejandrina le ruega por su esposo cuado
no va a La Habana. "Es muy difícil
y uno piensa allá tan lejos y encarcelado
injustamente. Porque no ha cometido ningún
delito para estar encarcelado y para pagar esos
años de prisión".Siempre acompañada
de los chicos, fueron a la misa del gallo, a la
misa de Navidad y a la de Fin de Año. Sin
posibilidades de trabajo la ayuda que recibe de
los plantados, del europarlamentario sueco que
patrocina a su esposo y de una familia cubana
exiliada, son verdaderos juegos malabares los
que hace con el dinero para poder llevarle a su
marido lo que requiere."Imagínese
que tengo que sacar cuentecitas cuando me llega
alguna ayuda y cerrar los ojos, hay muchas cosas
que no podemos comprar. Simplemente tenemos que
vivir a raya bien apretados. No podemos hacer
ninguna compra extra de lo común. Es muy
difícil con el vestuario con los muchachos".Mi
hijo me dice: "hay mamá que yo no
te puedo ayudar, que no tengo trabajo", esas
son cosas que la golpean a uno.
Alejandrina explica que compró, con ayuda
solidaria de sus vecinos, un colchón para
su esposo, que duerme en el suelo de la celda.
Pero los funcionarios de prisiones no le permiten
dárselo y Diosdado duerme todavía
en el suelo.
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Maidelín
Guerra
esposa de Mario Enrique Mayo Hernández |
Su marido, el periodista independiente Mario Enrique
Mayo Hernández fue condenado a 20 años.
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Lisandra
Lafitta
esposa de Luis Milán Fernández |
Desde que arrestaron a su marido ha tenido que
llevar a su hija de seis años a consultas
al psicólogo. No entiende en dónde
está su padre ni por qué la "ha
abandonado".
Su esposo, el médico Luis Milán
Fernández, es promotor del Proyecto Varela
y miembro del Movimiento Cristiano Liberación.
Le cayeron 13 años. La sentencia dice,
entre otras cosas, que el condenado hizo algo
tan horrendo como escribir una carta en la que
se constata "su marcada intención
de cambios constitucionales a favor de sus ideas,
contrarias al gobierno de Cuba y al orden social
vigente, al que critica desde una posición
irrespetuosa y desafiante". También
poseía "variados libros, revistas
y folletos que, examinados por un grupo de capacitados
y prestigiosos expertos, señalaron su carácter
subversivo y contrarrevolucionario".
Pero la prueba definitiva, a criterio del tribunal
castrista, del carácter criminal de Milán
Fernández fue la declaración de
una enfermera de que en una ocasión "se
colocó por encima de su bata sanitaria
de médico un brazalete negro, en señal
de protesta".
La dictadura castrista es especialmente severa
contra los médicos opositores, ya que la
medicina, junto a la educación, se consideran
los grandes logros del régimen.
Luis Milán Fernández ha contraido
varias enfermedades en prisión, pero físicas,
no mentales. A pesar de eso, en febrero del 2005
Lisandra reveló que las autoridades carcelarias
confinaron a su esposo arbitrariamente en una
sala psiquiátrica de la Prisión
de Boniato. Rodeado de enfermos mentales, al mejor
estilo soviético o de la dictadura china.
Lisandra también atiende la biblioteca
independiente José Lezama Lima.
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Dolia
Leal Francisco
esposa de Nelson Aguiar Ramírez |
No hay texto aún
Yamilé Llanes
Labrada
esposa de José Luis García Paneque
"Las condiciones en la prisión son
terribles. El agua no es potable, la comida está
podrida y no hay higiene. Peor aún, algunos
reclusos nos han amenazado con dañar a
nuestra hija"
José Luis García Paneque, era un
reconocido médico al que se le prohibió
ejercer en la medicina pública -la única
en Cuba- debido a que no comulgaba con las ideas
del gobierno. Fue condenado a 24 años de
cárcel por ejercer el periodismo independiente
como director de la agencia de prensa Libertad.
Tampoco le perdonaron ser presidente del Colegio
Médico Independiente de Las Tunas. Yamilé
y José Luis tienen cuatro hijos: María
Caridad, de cinco años; José Alejandro,
de siete; Shirlen, de ocho y Sheila de 13.
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Ileana
Marrero Joa
esposa de Omar Rodríguez Saludes |
"Cuando arrestaron a mi marido, nuestro hijo
de siete años se volvió muy introvertido.
Perdió el interés por la escuela
y por sus amigos y ya no se comunica con nadie.
Además, se ha vuelto muy agresivo y considera
que el mundo es injusto y corrupto".
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Elsa
Morejón
esposa del doctor Oscar Elías Biscet |
Es esposa del doctor Oscar Elías Biscet,
preso desde hace seis años con una breve
excarcelación entre dos condenas.
Elsa pertenece a la Fundación Lawton de
Derechos Humanos, aunque también acompaña
algunas veces a las Damas de Blanco. "Yo
respondo a los principios de esa fundación,
por la vida, por los contenidos de la declaración
Universal de Derechos Humanos", especifica.
A diferencia de las demás esposas de detenidos,
su calvario comenzó hace seis años.
"Lo arrestaron el 3 de noviembre del 1999
y cumplió tres años en una cárcel
a más de 700 kilómetros de La Habana,
en la provincia de Holguín. Lo excarcelaron
el 31 de octubre de 2002. Lo volvieron a arrestar
el 6 de diciembre de 2002. Lo tuvieron en prisión
provisional hasta el juicio el 7 de abril y lo
sancionaron en la causa de los 75, porque supuestamente
violó la soberanía y la integridad
del territorio de Cuba, según la ley 88
o ley mordaza. Está condenado a 25 años",
resume. Hoy, por fin está en el presidio
de Combinado del Este, en la capital cubana. Pero
su deambular por las cárceles ha sido largo.
De Holguín fue llevado a Pinar del Río
y no ha escapado a periodos en los que ha estado
sometido a celda de castigo. El problema de los
traslados le ocasiona a ambos un dolor adicional.
"La comunicación con la familia ha
disminuido, porque con el trasladado, los funcionarios
alegan que eso es provisional y no cumplen con
los calendarios de visitas". Según
Elsa, su marido "aparentemente tiene buen
aspecto general. Pero tiene una infección
en una muela por lo que tuvo que tomar antibióticos.
Además padece de gastritis crónica.
No está en el hospital, nunca lo ha estado",
denuncia. Pero a su modo de ver el problema mayor
en el tema de la salud es que no lo sacan a tomar
sol como dice el reglamento. "Tiene que estar
encerrado prácticamente las 24 horas del
día", acusa.
Oscar Biscet, de cuarenta y tres años,
es médico, especialista en medicina interna
de primer grado. Trabajaba hasta que lo expulsaron
por denunciar el problema de los abortos. "En
el año 1998 él presentó una
demanda a la fiscalía y denunció
el uso indiscriminado de los métodos abortivos
en el hospital donde trabajaba. Aprovechó
la entrega de guardia a sus colegas para hacerles
un llamado para que no hicieran eso, que no siguieran
con esas prácticas, que era contra la vida
y lo expulsaron".
Elsa, quien se desempeñó como enfermera
por más de veinte años en el sistema
público, también perdió el
trabajo en la misma época que su esposo.
"Cuando él hizo el llamado de alerta
por los abortos lo acusaron de pertenecer a una
organización contrarrevolucionaria. Imagínese,
cuando la organización que él preside
es humanitaria con fines pacíficos, es
un hombre pacífico que predica y practica
la no violencia", reclama Elsa.
Pero no sólo está desligada de su
esposo. A su hijo, de veintiún años,
logró enviarlo a Estados Unidos porque
en Cuba no tenía una carrera universitaria.
Allá estudia contabilidad y trabaja en
dos lugares. Vive con su abuelo materno, quien
partió hace veinte años al exilio.
"Mi padre enfrentó la vida con dignidad
de exiliado", destaca Elsa.
Pero la adversidad no le ha doblado la mano ni
el ánimo a esta mujer. En su tiempo libre
se dedica a estudiar inglés y computación.
También intenta actualizar sus conocimientos
de enfermería. "Lo hago para superar
la frustración de no poder ejercer una
carrera para la cual nací con vocación,
a la que le dediqué gran parte de mi vida
y a la cual espero, algún día, poder
volver", comenta esperanzada.
En su casa de Avenida Acosta 464 vive acompañada
de una amiga de ochenta años. "Vivo
con una señora mayor que para mí
es como una madre. La separación familiar
entraña un sufrimiento espiritual y un
daño psicológico que para las personas
que aún tienen a Dios en su corazón
les puede hacer daño, inclusive muchas
veces puede ser irreversible".
Y también dedica parte de su tiempo a escribir
sobre la situación de Oscar. "He escrito
artículos sobre derechos humanos y opinión
para agencias, revistas cristianas en Europa y
programas por Radio Martí. También
he participado en eventos en Cuba con la disidencia
para saber los problemas de los presos. He ido
a las embajadas para explicar la situación",
relata. Pese a todos los infortunios mantiene
la esperanza de que su esposo logrará finalmente
la libertad. "Él no ha cometido ningún
delito, ni siquiera ante las leyes cubanas. Porque
la Constitución comunista contempla derechos,
pero cuando uno los pide no los tiene. En muchas
partes hay leyes injustas pero aquí hay
algo más grave, que es que no le dejan
a la persona el derecho de expresarse, asociarse,
reunirse, para decir lo que la persona siente,
cree y piensa. Mientras esas leyes estén
vigentes, Oscar tiene que estar preso".
También tiene la convicción de que
la situación de hoy no durará toda
la vida. " Lo único que tengo es a
Dios en mi corazón y la fe, la fuerza y
la esperanza que El me ha dado para creer que
en un futuro nosotros vamos a estar mejor y que
vamos a seguir adelante con la verdad".
Elsa tiene cuarenta y seis años y su cuerpo
se ha resentido por el proceso que está
viviendo. "Para una mujer sola es muy complicado
enfrentarse a un ejército de personas que
no comprende que todos tenemos los mismos derechos,
que todos somos iguales ante la ley. Esas situaciones
crean tensiones y las tensiones crean enfermedades.
En el caso mío estoy con soriasis, por
la tensión a la que he sido sometida durante
seis años".
El recuento que hace de su vida la llena de nostalgia,
pero también de fe. De la fe que ha encontrado
en la iglesia Bautista a la que pertenece. "Mi
vida es una vida de lucha contra el mal, contra
las injusticias, pero con la fe de que todo se
va a resolver. Porque ellos son inocentes".
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Julia
Núñez
esposa de Adolfo Fernández Saínz |
"Adolfo es un hombre muy bueno que no ha
cometido ningún delito. Sencillamente por
pensar distinto y decir lo que él encuentra
que está mal fue encarcelado. Es un hombre
católico, pacífico, amante de la
paz. Muy tolerante"
Su marido no está encarcelado en La Habana,
donde viven. Adolfo Fernández, periodista
independiente, está en la provincia de
Holguín a 700 kilómetros de su hogar,
condenado a quince años de prisión.
"Hacía artículos para distintos
órganos de prensa fuera de Cuba. Aquí
no se los publicaban, siempre le dijeron que no.
Por hacer esa labor lo llevaron a juicio",
cuenta Julia. Con la distancia, añade,
no sólo lo condenaron a él sino
que también a su familia. "La situación
del transporte en Cuba es crítica y para
viajar a provincia es peor todavía. Tenemos
tren y bus. Ni pensar en avión. Pero tomar
el bus significa que tenemos que estar veinte
días antes de la fecha de la visita en
una fila. De lo contrario hay que encargarle a
una persona que haga la cola, que se mantenga
allí hasta que nos toque el turno de sacar
el pasaje. Entonces, además de comprar
el pasaje hay que pagarle a esa persona".
Su régimen de visita es similar al de todos
los detenidos. Cada tres meses la visita de la
familia y cada cuatro la conyugal.
Julia trata de llevarle alimentos pero también
es un gran problema. "Los alimentos no pueden
superar las treinta libras de peso y no se permiten
latas, ni nada que esté contenido en vidrio,
porque se considera un arma cortante. Tienen que
ser cosas a las que se cambia de envase y que
no se vayan a deteriorar con el calor, no tienen
refrigerador".
Julia y Adolfo tienen una única hija, de
veintinueve años, que vive con su madre
y es quien la acompaña, cuando el dinero
alcanza, hasta la prisión. ¿Cómo
hacen para poder soportar esta situación?
"Somos una familia de fe, somos católicos
practicantes y esa fe es la que nos ha ayudado
a sobrellevar todo. A Adolfo también. Su
ánimo, su espíritu, que es lo principal,
están muy fuertes", indica.
Al igual que ella, Adolfo tiene cincuenta y siete
años, jamás ha fumado, no bebe y
hasta antes de caer preso era muy deportista.
Su salud ha cambiado dramáticamente desde
que está en prisión. "Cuando
él cayó preso no estaba enfermo.
En diciembre pasado les hicieron un chequeo a
los 75 y se le detectó una serie de enfermedades
que no tenía. Como por ejemplo, enfisema
pulmonar, un quiste en un riñón,
hernia al hiato, problemas en la próstata,
hipertensión arterial, y blesfaritis (una
infección de la vista). Nada de eso tenía
cuando entró en prisión". La
atención médica sólo llegó
después de que un grupo de presos hiciera
una huelga de hambre para ser revisados por un
doctor.
Lo que más la deprime a Julia son las visitas
de matrimonio. "Las condiciones son pésimas.
Como lo dice su nombre es una visita para la pareja,
pero la situación de la habitación
es terrible. Más penosa no pueden ser,
una falta de higiene total, no hay agua, él
tiene que llevar un cubo de agua. Y aunque nos
dejan solos, siempre tenemos mucho cuidado de
taparnos porque de alguna manera siempre es posible
que estén mirando", relata con cierto
pudor. "Es un sentimiento muy contradictorio.
Tengo la alegría de que gracias a Dios
lo puedo abrazar, tocar y ver que está
vivo, pero mucha tristeza de verlo tan delgado
y de tener que separarme de él.
Claro que eso igual me da fuerzas para continuar
y enfrentar lo que estamos viviendo".
La sensación de pena le viene cuando debe
abandonar la cárcel. "Ese momento
que paso con él se me va muy rápido.
Me paso semanas antes con mucha ilusión
preparando lo que le voy a llevar y esas dos horas
o tres, se me van muy rápido. Y cuando
lo dejó allí digo qué hago
yo yendo para La Habana otra vez y dejándolo
allí".
Julia siempre ha vivido en La Habana y lo más
lejos que conocía era Varadero, que está
en la provincia de Matanzas, la más cercana
a la capital cubana. Desde que su marido está
preso ha conocido más de lo que ella quisiera.
"Me habría gustado viajar, pero no
hay dinero para eso y sin embargo ahora estoy
conociendo todo el país. Siempre me digo:
qué cosa, estoy conociendo mi país,
pero bajo este dolor y bajo estas circunstancias,
sola o con mi hija, pero con mi pena. No es un
viaje placentero".
Julia trabajaba en una oficina del gas, hasta
que empezaron los problemas y su marido le dijo
que mejor dejara el trabajo. Hoy viven de la ayuda
de familiares y amigos y "de personas que
han sido generosas con nosotros". Recalca
que las Damas de Blanco son solidarias "Nos
apoyamos unas en otras, nos ayudamos. Por ejemplo,
ahora a mi me toca mi visita y otra de ellas me
colabora con un medicamento que me haga falta
o con algún alimento. Hasta con el dinero
para comprar el pasaje. Se produce toda esa solidaridad,
que es lo que nos une, el compañerismo".
En otras ocasiones se ayudan en el diario vivir,
como por ejemplo, haciendo la cola para comprar
pan. "Como siempre hay que estar haciendo
colas para consumir, cuando llega determinado
alimento a la bodega hay que ir a buscar a la
cola y allí nos apoyamos unas a otras".
Como católicos, a ella y a su esposo la
Navidad es una fecha que los conmueve especialmente.
A comienzos de año Julia recibe el calendario
de visitas para el resto de los meses y hasta
ahora lo más cercano a Navidad han sido
las visitas de octubre o noviembre.
Otro de los mayores problemas es que los detenidos
políticos están mezclados con los
presos comunes, muchas veces de alta peligrosidad.
Y a Adolfo le ha tocado comprobarlo. "En
diciembre de 2003, estaban cometiendo un abuso
con un preso y mi esposo lo defendió y
otro detenido, que lo pone allí la misma
seguridad del Estado, lo golpeó en la cabeza.
El muchacho agredido tenía problemas de
retraso mental y gritaba que se iba a cortar las
venas. Por eso mi esposo intervino. Como nadie
le hacía caso al joven enfermo el otro
hombre le dio una golpiza y en eso intervino Adolfo
y también le pegaron a él, sólo
por ayudar". "Adolfo se alegra de no
haberle visto la cara en el momento que lo agredió
porque así lo puede perdonar mejor",
remata Julia con la convicción de la buena
actuación de su marido. Mientras, sus días
transcurren en el pequeño departamento
número 19 de la calle Belazcoaín
465, en un edificio multifamiliar deteriorado.
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Beatriz
del Carmen Pedroso
esposa de Julio César Gálvez |
Como periodista, aunque no pueda ejercer, Beatriz
del Carmen sabe de la importancia que tiene contar
su historia. Una historia donde se mezcla el sufrimiento
y la solidaridad. La peor humillación para
ella es la revisión a la que la quieren
someter cuando visita a su esposo, Julio César
Gálvez, quien cumple quince años
de injusta condena. "Me siento triste, cansada.
Me han humillado, en los dos pabellones que fui,
me han querido registrar mi cuerpo, bajarme los
pantalones, y yo no me dejé".
Pese a lo que ha tenido que pasar, junto a las
otras señoras, su voz suena fuerte. Decidida.
Ella como periodista sabe la importancia que tiene
dar a conocer al mundo lo que ocurre con ellas
y con sus esposos detenidos. "Yo estoy bastante
cansada, como las demás, estamos esperanzadas
de que los liberen, pero al mismo tiempo ya son
dos años, largos años que estamos
luchando, abogando por la libertad y vemos que
todo el proceso de liberación se ha detenido,
no hay movimiento ninguno. No vemos posibilidades
ni siquiera de que los que están en el
interior sean trasladados para La Habana",
cuenta con voz resignada.
A Julio César, quien primero estuvo detenido
en Villa Clara por más de un año,
lo trajeron ahora al Combinado del Este. Y si
bien es cierto que está más cerca
de su familia, el traslado le trajo problemas
nuevos. "Aquí se han suscitado problemas
con los presos comunes. Hay motines en los que
los presos se han entreverado, y se comentó
que tenían la intención de coger
a los presos nuestros como rehenes para lograr
los objetivos que ellos querían. Tenían
toda una banda, incluso quemaron a sus compañeros,
hubo muertos", relata Beatriz. Hoy Beatriz
tiene 53 años, pero con los problemas que
tiene al oído medio que le producen severas
caídas, de pronto se siente mayor. Pero
saca ánimo. No sabe de dónde. Se
levanta nuevamente. Julio César la espera.
A su marido lo conoció el 16 de diciembre
del 1999. De su anterior matrimonio tiene dos
hijos, el menor, de 22 años, quien vive
con ella. Su hija, de 35 años, hace siete
años que se fue a vivir a Oregon, Estados
Unidos. Tiene tres nietos a quienes no conoce.
Y eso le duele. Un nieto es autista y consiguió
una visa humanitaria para visitarlos. Llegó
al aeropuerto de La Habana. Tenía todos
los papeles en regla. Y aunque nunca descartó
que algo pudiera pasar, el dolor fue mayor cuando
ocurrió. "Ya me habían chequeado.
Estaba en la sala de embarque cuando me fueron
a detener y me dijeron que no podía salir",
recuerda.
"En esos días se hacía la reunión
de Ginebra sobre los derechos humanos en la isla
y ellos (la seguridad del Estado) me dijeron que
podía ser utilizada por la mafia norteamericana
en Estados Unidos, que podría servir de
propaganda". Fue tremendo. Pero según
relata, lo peor es que la dejaron con la ilusión
hasta el último momento. "Lo más
doloroso fue que siempre me dijeron que sí.
Se me dio el permiso y esperaron hasta el último
momento. Si me hubieran dicho antes habría
sido terrible, pero no tan traumático",
recuerda.
El incidente pasó el 16 de abril del 2004.
Su visa para Estados Unidos vencía el dos
de mayo. Ya no había ninguna posibilidad
de reintentarlo. Y así sigue su vida en
La Habana. "Mi vida es dura. No podemos salir
a divertirnos, no tenemos deseos". Su vida
transcurre, como ella dice, lenta e insegura.
"Siempre tengo que estar rompiendo barreras.
Me paso la vida trabajando, atiendo una biblioteca
que abre los sábados y domingos".
No pierde el interés por su profesión,
toma fotografías y escribe para unas revistas
en Florida y Suecia. Todo parece tranquilo, pero
no lo es. "Sufro humillaciones, llamadas
impertinentes, casualidades. Que la siguen a uno,
esas cosas que nos pasan a nosotras que parecen
casualidades y no lo son".
Con cierto pudor le consultamos de qué
vive, ya que su hijo no tiene trabajo, al igual
que la mayoría de los familiares de los
presos. "Vivo de la ayuda que nos dan los
plantados, cada cuatro o cinco meses". Pero
incluso, ése dinero se lo dedica a su esposo,
para satisfacer las necesidades que tiene en la
cárcel. Lo demás lo consigue con
lo que pueda ganar escribiendo y lo que le envía
su hija desde Oregón. "Uno siempre
está pensando si hoy tendré dinero
para comprar cosas o si hoy tendré dinero
para llevarle a mi esposo. Nosotros no podemos
vender maní en la calle. Ni vender café",
se lamenta. .
Los dolores son los mismos, por eso aunque ella
se confiesa cristiana pentecostal acompaña
a las Damas de Blanco a la iglesia católica.
"Me solidarizo, soy víctima igual
que ellas. Cristo dice que no hay diferencia entre
las iglesias". "Siempre nos ayudamos,
estamos al tanto de alguna necesidad que pueda
tener alguna de las señoras de los presos".
Y en medio de sus dificultades, Beatriz siempre
tiene tiempo y dedicación para las demás.
"Yo ahora hice un viaje por las provincias,
a fines de abril y mayo. Visité muchas
casas de mujeres de presos y pude comprobar mucha
miseria. No es como se cuenta que vivimos como
'carmelinas', un dicho que tenemos acá,
con muchas comodidades". Todo lo contrario,
las señoras se lo pasan con mucho trabajo.
Generalmente solas, con niños o con personas
enfermas a su cargo. "Hay personas que prácticamente
no tienen una casa donde vivir. Como una en Santiago
de Cuba, la casa de Clara. Esa mujer vive prácticamente
en peligro constante de que se le pueda caer su
vivienda. Fui a casa de Melba Santana y también
son personas muy pobres, no tienen agua, han sufrido
el proceso de sequía y eso sumado a la
lejanía de los esposos. Mujeres solas,
mujeres mayores que ya pudieran bien dedicarse
a su casa, o a otros quehaceres, tranquilas preocuparse
de su vejez, pero están preocupadas de
la familia y enfrentándose a muchas dificultades",
señala y parece que sus problemas se aminoraran
contando el sufrimiento de las demás.
Uno de los momentos más difíciles
de estos años, aparte de los allanamientos
a su casa, fue cuando operaron a su esposo de
la vesícula. "Fue muy preocupante.
Después, cuando lo oigo quejarse de que
no lo llevan al médico, eso me duele".
Pese a la soledad y la precariedad de su vida,
siempre hay espacio para la solidaridad. Y esta
se expresa en abrir su hogar para recibir gente
que viene de las provincias. "El otro día
tuve a dos mujeres de Villa Clara y fuimos a Santa
Rita. Fue muy interesante compartir con ellas.
Tengo aquí cerca a Elisa, la mujer de Pedro
Pablo, que siempre la estoy viendo, siempre está
enferma la pobre. La acompaño para que
salga de la rutina".
El último recuerdo de su esposo es muy
fuerte. Se acercaba el 18 de marzo (2005), el
aniversario de las detenciones y cuando se aprestaba
a participar en la marcha que las Damas de Blanco
harían el domingo 19, le avisaron que justo
ese día podría visitar a su marido.
"Esa visita no estaba en el calendario. Fue
programada a propósito para alejarme de
las manifestaciones", asevera. "Fui
y justo hubo un motín en la cárcel
de mi esposo. Eso me hizo salir de allí
muy alterada, me dio por decaerme y dormir. Las
Damas de Blanco también tuvieron ese día
una tremenda experiencia. Fue cuando un grupo
de mujeres se les unieron a la marcha tratando
de espantarlas, de atemorizarlas. Fue bastante
difícil".
 |
Milka
María Peña Martínez
esposa de Luis Enrique Ferrer García |
Milka María Peña Martínez
es una cubana de treinta y tres años. María
Libertad tiene dos años y es hija de ella
y de Luis Enrique Ferrer García, condenado
a 28 años de cárcel, la condena
más larga del grupo de los 75. Viven en
Puerto Padre, provincia de Las Tunas, y su marido
permanece en Mar Verde, Santiago de Cuba.
Milka tenía seis meses de embarazo cuando
fue detenido su esposo. "Luis Enrique conoció
a la niña cuando cumplió un mes
de nacida, pues yo la llevé y la dejaron
ver un momento nada más. Luego se pasó
nueve meses sin visitas porque ellos querían
obligarlo a vestirse de preso, con un traje gris,
como el que llevan los reos comunes. Él
nunca quiso. Siempre se viste de blanco. Estuvo
nueve meses sin recibir visitas de ningún
tipo", cuenta.
Para inscribir a la niña con ese nombre
tuvo que dar una fuerte batalla. "No querían
inscribirla por el nombre y por los apellidos.
Tuve que dar mucha lucha y hasta pagar a un abogado
para conseguirlo".
Pese a ser tan pequeña, María Libertad
vive preguntando por su padre. "Cada vez
que lo hemos ido a ver empieza a llorar, quiere
que su papá venga para la casa. Todas las
noches pregunta: ¿mami, cuando viene papi?".
La niña lo ha visto poco pero no por eso
le tiene menos cariño a su padre. "Ella
conversa con él por teléfono y eso
parte el alma. Anoche mismo yo estaba escribiendo
una carta y ella me dice ponle que cuándo
va a venir a dormir aquí conmigo",
relata con el primer signo de emoción contenida
en su voz.
De su primer matrimonio Milka tiene a Maidelín,
de dieciseis años, quien también
ha sufrido la separación de Luis Enrique.
"En la escuela ha tenido problemas porque
creen que ella se manifiesta contra el gobierno.
Ha sufrido la persecución esa de que no
converse con otros compañeros de aula",
cuenta.
A Luis Enrique, de veintinueve años, lo
arrestaron por recoger firmas para el Proyecto
Varela, coordinado por Oswaldo Payá, y
por ser uno de los dirigentes de la organización
que él preside, el Movimiento Cristiano
Liberación, un partido político
demócrata-cristiano.
"Lo tomaron por recoger firmas nada más.
Y por pensar libremente, porque aquí en
este país no se puede pensar", indica
Milka, quien es una activa participante de la
oposición.
Con una valentía increíble puso
en la fachada de su casa un letrero pidiendo libertad
para los presos políticos. Claro que ese
gesto le duró poco. "Eso me trajo
tremendos problemas porque me querían decomisar
la casa y cobrarme mil pesos de multa. Luego fueron
con pintura y pintaron el frente, pero los de
adentro no me los han podido quitar. En mi casa,
en la sala, en vez de haber figuras, pues lo que
hay es eso, carteles", cuenta con orgullo.
Por tener esa actitud también han hostigado
a su familia. "Tratan de poner a las personas
que nos quieren en contra. A mi mamá la
han ido a visitar y a molestar a mis hermanos".
Y con esa misma fuerza se ha juntado a las otras
Damas de Blanco que viven en Las Tunas para ir
cada domingo a la iglesia y, cuando pueden, a
La Habana.
El resto de los días se los dedica por
completo a las dos niñas. "No trabajo,
siempre estoy pendiente de mis hijas, escribiéndole
a Luis Enrique, escuchando noticias, informándome,
eso es todo lo que hago. La bahía está
bien cerca, pero no salgo a ninguna parte, no
hay entusiasmo para salir cuando hay tanto sufrimiento",
relata.
Su última visita fue el 18 de noviembre
y ahora no sabe cuando lo volverá ver.
"Estuvo ingresado un mes en el hospital,
pues tiene gastritis, úlcera y el tubo
digestivo inflamado", dice con preocupación.
Pero, pese a todo, espera que la situación
cambie. "No creo que esto pueda durar tanto
tiempo, estos abusos y esta represión.
Pienso que pronto en Cuba haya libertad de expresión
y que esto cambie".
Cuenta que la tan alta condena a su marido se
debe a la dignidad, el coraje y la valentía
de su marido "él se defendió
solo, no dejó que su abogado lo defendiera.
Y además invitó al juez a que firmara
el Proyecto Varela".
"A mi marido no se lo permitieron, pero sin
embargo cuando Fidel estuvo preso, él mismo
se defendió".
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Laura Pollán,
esposa de Héctor Maseda Gutiérrez
|
Su esposo, Héctor Maseda Gutiérrez,
lleva detenido desde marzo de 2003 y fue condenado
a 20 años de cárcel.
Pese al tiempo que ha transcurrido, Laura aún
no puede encontrar justificación a la prisión
de su esposo, quien a sus 62 años es uno
de los encarcelados mayores. "Está
condenado injustamente porque en ninguna parte
del mundo se consideraría un delito pensar
diferente al régimen gubernamental y expresarlo
o tener una tendencia política diferente,
porque desde que el mundo existe siempre ha habido
seguidores y detractores", explica. Hasta
antes de caer detenido, Héctor tenía
una doble función como miembro fundador
del Partido Liberal de Cuba, movimiento del cual
es su presidente, y como periodista independiente.
Este ingeniero electrónico, con un posgrado
especial en física nuclear tiene un amplio
currículum. Ha presentado muchos trabajos
y sus patentes son reconocidas. Además,
es grado 33 de la masonería. Académico
de número de la academia de altos estudios
masónicos y director de la facultad de
Filosofía y ciencias masónicas.
 Laura
resume: "Es un hombre de una moral intachable,
un hombre muy serio; pero que piensa diferente
al régimen".
Sobre la vida y las circunstancias que llevaron
a su marido a la cárcel indica que Héctor
a los 16 años estuvo preso en la dictadura
de Batista, pues con esa edad él ya pertenecía
a las células del 26 de julio, partidarias
de la revolución.
Apoyó a la revolución de Castro
hasta el año 80. Incluso trabajaba en el
Centro Nacional de Investigación. Pero
en esos años comenzó su desgracia.
"Perdió la militancia del partido
porque se negó a asistir a los actos de
repudio con que se hostigaba a los familiares
de las personas que iban al Mariel (puente marítimo
por el cual escaparon miles de cubanos hacia Estados
Unidos). Él se negó a agredir a
los demás y perdió su militancia",
recuerda su esposa. A partir de esa fecha lo sacaron
del trabajo. "Por poca confiabilidad política,
no porque fuera un inepto. Incluso es investigador
agregado y estaba haciendo su candidatura para
el doctorado en ciencias", dice Laura. En
Cuba para lograr un doctorado hay que seguir estudios
de entre cuatro a cinco años. Todo aquello
ya lo había conseguido Héctor. Sólo
le restaba discutir su tesis, pero al quedar marginado
del partido no se lo permitieron. "Él
no fue doctor, no por falta de conocimiento. Fue
vetado y no pudo obtener el doctorado", recalca
Laura.
A partir de allí empieza en él un
proceso que demoró varios años en
madurar y darse cuenta de que lo que el país
estaba viviendo no era por lo que él había
luchado y trabajado tantos años",
relata.
A partir de 1989 se incorpora a grupos de derechos
humanos. En el 92 comienza en el partido Solidaridad
Democrática, donde estuvo hasta el 94.
En esa fecha, "él funda con otros
miembros el Partido Liberal y desde entonces está
allí y mantiene su condición de
liberal y en el juicio planteó que él
había sido, era y seguiría siendo
un liberal", indica su esposa.
El último tiempo antes de ser encarcelado
se desempeñó durante dos años
como electricista en el hospital comandante Miguel
Fajardo como un simple obrero calificado. "Te
van anulando hasta dejarte en la mínima
expresión", explica con mucho dolor
Laura. Pero ese empleo tampoco le duró.
En septiembre del 94, después de la crisis
de los balseros, lo tuvieron detenido una semana,
miembros de seguridad fueron al trabajo y le dijeron
que él ya no podía seguir allí.
Le dijeron que pidiera la baja, cosa a la que
él se negó. Finalmente, lo dieron
de baja. Sin razones, ni de trabajo ni políticas.
"Ellos (la seguridad del Estado) nunca quieren
reconocer que hay problemas políticos,
le pusieron otras causas. Y dejó de trabajar
hasta el momento de la prisión". Pero
estos dos años no han sido del todo perdidos.
Como pudo, haciendo como que redactaba cartas,
Héctor escribió un libro que está
listo para su publicación. Se trata de
una selección de textos, dedicada a cuatro
grandes figuras que han contribuido a la humanidad:
Lincoln, Garibaldi, Pi i Margal (civil que participa
en la constitución española de 1869)
y José de San Martín.
Y pese a su detención continúa escribiendo.
Ahora está empeñado en sacar un
segundo libro que ya tiene título: "Enterrados
vivos".
La primera parte de este libro ya está
completa y fuera de la isla. De la segunda parte
le falta la mitad. Le preguntamos a Laura cómo
es que logra sacar los escritos de prisión.
Con su voz pausada y con un dejo de satisfacción
nos explica que "yo nunca saqué nada.
Por mediación de otras personas era que
se iba sacando poquito a poquito. A veces me han
traído una página, dos páginas,
así. Yo lo hice llegar fuera de la isla.
Ya lo puedo decir porque el material está
a resguardo", cuenta con mucha complicidad.
 Laura
es profesora graduada en español y literatura.
Trabajó hasta mayo de 2004 porque no podía
continuar sin desatender a su esposo.
Pero se nota que es su vocación, "si
volviera a nacer y tuviera una nueva oportunidad
volvería a ser profesora", afirma.
"Los últimos años los trabajé
en los cursos de superación integral para
jóvenes, cursos que se abrieron hace tres
años para los jóvenes que no estudiaban,
no trabajaban, es un pre universitario".
Y como todo en Cuba, depende del estado. "Aquí
no hay nada particular", nos acota.
"Las últimas escuelas particulares
que hubo fue cuando era una niña, hasta
sexto grado, ya a partir de allí empezaron
las secundarias estatales y nunca más ha
habido escuelas particulares", especifica
ante nuestra incredulidad. Laura, de 57 años,
comparte su vida con Héctor desde hace
14. Ambos tienen hijos por separado. El dolor
más grande para ella es que su esposo está
"plantado", es decir, ha renunciado
a las visitas, familiar y conyugal y a parte de
su alimentación como forma de protestar
por el trato que recibe en prisión. Después
de recorrer muchas cárceles, Héctor
permanece en la provincial de jóvenes,
conocida allá como el Pre. Pero primero
estuvo en Villa Clara, en Manacas y en La Pendiente.
"Lo tienen en un régimen de cárcel
con mucho rigor. En el Pre está en un área
nueva recién construida, se llama Área
especial de seguridad incrementada", explica
Laura. Debido a la simbólica protesta,
Laura no lo ve desde agosto de 2004. "Hace
9 meses que no lo veo. Hablamos por teléfono
desde noviembre, pero hubo una etapa en la que
no hablamos y fue muy, muy duro". Lo que
impedía la comunicación fue una
jugada sucia de la seguridad, ya que las llamadas
al principio las tenía programadas los
miércoles de cada semana. Luego se las
pusieron los domingos. ¿Simple coincidencia?
Obviamente, no. Con el cambio de día, se
impedía que Laura asistiera a la iglesia
de Santa Rita, a realizar su protesta como Dama
de Blanco.
"Héctor se enteró y dijo no.
Me pidió que, aunque no habláramos,
yo fuera allí. Me animó porque me
dijo que esa era mi forma de protestar y que él
la respetaba y pensaba que presos anteriores no
habían tenido la oportunidad de hablar.
Que mi deber estaba en Santa Rita".
Junto a Blacky y Ricky, sus gatos, también
la acompaña su nieto de cuatro años
que pasa con ella los fines de semana. Él
es hijo de su única hija. Héctor,
por su lado tiene cuatro hijos, tres en Cuba y
una en Miami.
Sin embargo, Laura nunca está sola por
completo. Su casa, en calle Neptuno, una de las
más céntricas de La Habana, aunque
humilde, sirve de refugio a las Damas de Blanco
que llegan de provincia.
"Tengo una casa amplia, está a medio
terminar y es muy vieja, pero tiene espacio para
recibir a las esposas del interior cuando vienen
paran aquí, me acompañan y tenemos
intercambio de información para saber cómo
están los del interior".
Antes de que Héctor fuera apresado la estaban
remozando. Y aunque no tiene jardín, cosa
que ella añora porque le fascinan las plantas,
se conforma. Para sobrevivir cuenta con el apoyo
de los masones. "En estos momentos los masones
nos ayudan mucho, es una fraternidad que considera
que Héctor es un hermano en desgracia y
me traen alimentos y monetariamente también
me ayudan. Masones de aquí y del exterior".
Además cuenta con la ayuda de los "Plantados",
un grupo de ex presos políticos que reúnen
dinero y se lo hacen llegar. "Se lo digo
porque aquí no hay nada oculto, no es como
el gobierno dice, que son mercenarios, son cubanos
que están allá y nos ayudan",
remata Laura para desvirtuar todas aquellas versiones
del régimen que los acusa de recibir dinero
del "Imperio".
 |
Soledad
Iraida Rivas
esposa de Roberto de Miranda |
Soledad es esposa y madre de varios defensores
de la democracia y los derechos humanos. Su marido,
Roberto de Miranda, es maestro de escuela. Ejerció
hasta que se lo prohibieron, por no seguir a pie
juntillas las consignas de la doctrina oficial.
Fundó y preside el Colegio de Pedagogos
independientes de Cuba, que agrupa a numerosos
docentes por todo el país. Fue también
uno de los principales promotores del Proyecto
Varela, iniciativa que pide que se voten reformas
democráticas. Además, tuvo tiempo
de fundar la biblioteca independiente "Félix
Varela", la primera creada en Cuba.
El Colegio de Pedagogos independientes organiza
concursos infantiles de dibujo y otras actividades.
En varias ocasiones, la policía política
ha confiscado los premios -juguetes- y a veces
incluso los dibujos de los niños participantes.
En marzo del 2003, Roberto de Miranda fue detenido
e injustamente condenado a veinte años
de prisión. Entre otros cargos, le imputaron
el cobrar los repasos de clases a sus alumnos,
puesto que la ley cubana prohíbe el ejercicio
particular del magisterio, a pesar de que los
padres de los niños firmaron una declaración
por escrito declarando que en esos repasos escolares
no había intención de lucro.
En el 2004, Roberto de Miranda fue excarcelado
en libertad condicional, denominada "licencia
extrapenal" debido a sus múltiples
dolencias.
Soledad ha pasado por todos estos tragos con entereza.
Esta mujer, todo corazón, todo coraje,
no conoce el miedo. A pesar de sus diversas enfermedades,
entre otras el asma, ella ha aguantado dignamente
todo el sufrimiento. En alguna ocasión,
la policía política cubana la ha
amenazado con dejarla abandonada en medio de un
ataque de asma. Pero ella no conoce el miedo.
La familia De Miranda es libre, a su manera, porque
nadie les ha podido arrebatar su dignidad.
Sus hijos, dignos vástagos de sus padres,
siguen su noble camino de entrega a la causa de
la defensa de los derechos humanos y la democracia.
Marcos Miranda, ha sido despedido en varias ocasiones
de su trabajo, la última de ellas, de la
Unión Francesa de Cuba, siempre como represalia
por sus actividades opositoras.
En la actualidad co-preside la Coalición
Juvenil Martiana, una organización formada
por jóvenes que promueve la democracia.
 |
Bárbara
Maritza Rojo Arias
esposa de Omar Ruíz Hernández |
Porque si la vida de todas las Damas de Blanco
ha tenido un tremendo vuelco desde marzo de 2003,
para las mujeres que viven en el interior de la
isla, la situación es menos llevadera.
Hoy su marido, Omar Moisés Ruiz Hernández,
condenado a 18 años, está detenido
en la prisión de Canaletas, en Ciego de
Ávila, pero antes lo estuvo en Guantánamo.
Hasta allá llegaba Bárbara en compañía
de Fran Samuel, quien en ese entonces tenía
sólo cinco años. Para poder visitar
a su esposo salía a las seis de la tarde
del día anterior, junto al menor y una
gran cantidad de paquetes. Bárbara arribaba
a Guantánamo cerca de las 9 de la mañana
para poder ver a su esposo cerca de las 12 del
día. Pese a la lejanía las visitas
duraban de todas formas las dos horas permitidas.
Y luego, todo de nuevo para volver a su casa en
Santa Clara.
"El niño como que le ha cogido fobia
a los trenes con tanto viaje", exclama. Pero,
peor aún, hizo una úlcera gástrica
de 3 centímetros. "Tuvo varios sangramientos
digestivos lo que le provocó una gastritis.
Ha seguido con sus padecimientos del estómago
y tiene una inapetencia muy grande. Ahora todo
lo que come debe ser comidas naturales, nada de
salsa, ni conservas. Son cosas muy difíciles
de conseguir aquí", se lamenta. Pese
a que su marido ahora está más cerca,
las visitas son cada tres meses y la conyugal
cada cuatro. "El está estable, convive
sólo con dos presos más, y eso ha
ayudado a mantener su estabilidad emocional. El
es hipertenso y el estar con muchas personas como
antes le provocaba trastornos". Para evitarle
problemas a Fran Samuel, Bárbara prefiere
ahora costearse el alquiler de un auto que la
lleve y la traiga hasta la prisión. "Eso
es muy costoso, pero aquí el transporte
es muy malo y trato de no estar con mi hijo en
los terminales de buses", se consuela. Es
que, a como de lugar, Bárbara lucha por
no dejar huella de sufrimiento muy grandes en
su hijo. "Para mi todo es más difícil,
porque sobre mi pesa toda la responsabilidad con
mi esposo y con mi niño, que a sus siete
años no entiende las razones de lo que
estamos pasando. La convivencia diaria también
es complicada. Las personas tienen mucho temor
de acercarse a mí", relata. Pero no
sólo ella debe enfrentar el repudio de
algunos, el pequeño Fran Samuel ya sabe
también lo que significa tener al padre
preso. "Los otros niños le han dicho
en la escuela que ellos no vienen a nuestra casa
por esa razón. Antes traté de ocultarle
la verdad, pero Dios me dio sabiduría para
explicarle y ahora cuando sus amigos lo rechazaron,
lo entendió mejor porque yo ya le había
adelantado ese acontecimiento".
Omar Moisés, de 58 años, trabajaba
como ayudante de contabilidad y paralelamente
pertenecía al partido Solidaridad Democrática.
Debido a la persecución política
tuvo que dejar su empleo y se dedicó a
ejercer el periodismo independiente haciendo artículos
para Decoro.
 Algo
parecido le ocurrió a Bárbara, quien
se desempeñó durante 22 años
en un banco, donde le dieron de baja y la declararon
"no idónea". Buscó empleo
entonces en una empresa financiera de donde salió
en forma voluntaria, no por razones políticas,
sino porque no estaba de acuerdo con ciertas irregularidades
que allí ocurrían. "Se hacían
cosas de las cuales yo no quise ser partícipe",
dice escuetamente.
Sin querer herir su susceptibilidad le pedimos
que nos explique, al notarla reacia a contar de
qué se trataba. "El director me pedía
cheques en blanco. Cuando se va a comprar una
mercancía, si se la logra colar sin comprarla
oficialmente, es como una manía, para andar
más rápido, llenar allí el
cheque y falsificar su real valor. Eso es una
violación porque no está establecido.
Como me lo exigían y querían seguir
yo decidí abandonar el trabajo. Yo sabía
que era una defraudación financiera",
se explica.
A sus actuales 50 años confiesa que nunca
había visitado La Habana hasta la detención
de su esposo, ni menos que como integrante de
las Damas de Blanco iba a ganar tanta notoriedad
en el extranjero después de la entrega
del premio Sajarov. "Nunca en mi vida pensé
que una persona tan sencilla, de mi hogar, de
mi trabajo y sin ningún renombre, iba a
alcanzar un premio tan importante. Sinceramente
yo estaba hasta un poco confundida", relata
con una humildad que trasunta su verdadera personalidad
provinciana. A reglón seguido añade
lo que significa para ella pertenecer a este grupo
de mujeres. "Es la única forma de
expresar nuestro dolor y de hacer algo por nuestros
esposos y por la injusticia que se ha cometido
con ellos, encarcelarlos por el derecho de ejercer
la libertad de expresión y por luchar por
ella y por defender los derechos de los seres
humanos, cosa que aquí se ha mal interpretado".
Bárbara también se ha convertido
en un ejemplo de la diversidad que reina al interior
de las Damas de Blanco. Ella no es católica,
sino que evangélica y como tal acude cada
domingo no a la iglesia de Santa Rita sino al
templo de los Pinos Nuevos. "Los padres de
mi esposo eran pastores", dice como justificándose.
Pero su debilidad queda atrás cuando se
trata de defender a su familia. "Nos dicen
mercenarios, agentes de la CIA, no sé cuantas
cosas y cuantos disparates. La única forma
que tenemos es manifestarnos pacíficamente
porque eso es lo que somos, personas pacíficas
y de bien".
Por eso, lo que más le cuesta superar después
de cada visita es dejar allí a su marido,
porque repite "él no se merece eso,
un hombre de bien, bueno que no le ha hecho nunca
daño a nadie. Eso es muy doloroso. Y también
ver a mi niño, cómo se queda mirando
para el techo cuando se acuesta a dormir y me
dice: ¿cuando vendrá mi papá?".
 Sola
con su hijo, ya que toda su familia está
en el exilio, sonríe cuando le consultamos
de qué vive. "Sólo de la misericordia
de Dios", es su respuesta. Pero como la fe
podrá mover montañas pero no llenar
la olla de alimentos, Bárbara cuenta también
con el apoyo de organizaciones internacionales,
pero sobre todo "economizando al máximo"
Así como jamás se imaginó
lo del premio Sajarov, tampoco en su vida había
dado una entrevista para el exterior. Y con la
inocencia que da el tener la conciencia limpia,
aprovecha la ocasión para agradecer a las
personas que se preocupan por su situación
y hace un llamado para que "no se dejen confundir,
que nosotros no somos personas que queremos daño
para nadie, al contrario deseamos que todo el
mundo tenga derecho a la libertad y a disfrutar
de ella". Admite que le ha sido muy delicado
"romper con la inercia que una vive aquí
sumida, con mucho temor". Y ese temor tiene
fundamentos porque a las constantes "visitas"
que le he han hecho miembros de la seguridad del
Estado, ahora se suma otro elemento de angustia
y preocupación. "La última
maniobra es que las personas de los CDR (agrupaciones
de vecinos de cada cuadra afines al régimen)
hacen actos de repudio. Y no sé lo que
ocurriría con mi niño, con su estado
emocional, si nos llegara a suceder a nosotros",
expresa con verdadero miedo en su voz. "Cada
día es una situación dolorosa y
con el niño es una constante. Por mucho
que yo quiera cubrir el espacio de su padre, eso
no lo cubre nadie".
 |
Gisela
Sánchez Verdecia
esposa de Antonio Díaz Sánchez
|
Gisela es la mujer de Antonio "Tony"
Díaz, uno de los principales dirigentes
del Partido demócrata-cristiano MCL, Movimiento
Cristiano Liberación, encabezado por Oswaldo
Payá. Como tal, Antonio depositó
junto a Oswaldo Payá las más de
11.000 firmas de la primera entrega del Proyecto
Varela a la Asamblea Nacional y era uno de los
coordinadores de esa exitosa iniciativa popular.
Tienen dos hijas.
 |
Bertha
de los Ángeles Soler Acosta
esposa de Ángel Moya Acosta |
Su esposo, Ángel Moya Acosta fue condenado
a veinte años de prisión.
En octubre del 2004 Berta protagonizó una
sentada en un parque enfrente de la Plaza de la
Revolución. Exigía que trasladaran
a su marido a un hospital de La Habana, donde
Bertha y sus hijas residen, ya que se encontraba
enfermo de una hernia en la otra punta de la isla.
Berta y otras Damas que la acompañaban
fueron desalojadas por la fuerza, pero logró
su cometido ya que al poco tiempo se produjo el
traspaso temporal de su esposo a un hospital.
Fue una gran victoria moral frente a los abusos
de la dictadura.
Ángel Moya, obrero de la construcción
se incorporó en 1996 al Movimiento Opción
Alternativa. En el 2000 cumplió un año
de prisión por desacato y desobediencia
y se le condena además a 10 de destierro
de La Habana. En el año 2001 crea el Movimiento
Libertad y Democracia y en 2002 le otorgaron el
premio Boitel 2002 en Europa, antes de ser condenado
de nuevo a 20 años de prisión.
Ángel mantiene, a pesar de estar enfermo,
una dignísima actitud en prisión.
Rehúsa a llevar el uniforme de los prisioneros
porque él no es un criminal.
 |
Loida
Valdés
esposa de Alfredo Felipe Fuentes |
Loida Valdés es esposa de Alfredo Felipe
Fuentes, condenado a veintiséis años
de cárcel por "conspirar con potencia
extranjera". Su marido se encuentra preso
en la prisión de Guamajal, en Santa Clara,
Las Villas. Eso es a trescientos sesenta kilómetros
de Artemisa, provincia Habana, donde viven. A
Loida la acompañan en casa su hijo, médico
de treinta y dos años que no puede ejercer
la profesión porque no lo dejan. Su hija
de veinticinco, de la que sólo nos cuenta
que tiene problemas de salud, y prefiere guardar
silencio. Y su madre, una anciana de ochenta y
cinco años. Para enfrentar la situación,
ella se ha sometido a un tratamiento psiquiátrico.
Es que para Loida y su familia, la detención
de Alfredo fue un golpe muy duro. "Esto es
una situación que se nos presentó
de pronto. Mi esposo era la persona que sostenía
la familia, era el sostén de mi hogar.
Desde que lo dejaron sin trabajo, en 1986, por
la enfermedad de la niña tuvimos que trasladarnos
a Artemisa", relata. Con escasos recursos
fue el propio Alfredo quien construyó la
casa que habitan. "El piso, la losa, la fundió,
la construyó. Cuando terminó se
presentó a un centro de trabajo con un
expediente, es licenciado en Economía,
graduado en la Universidad de La Habana. Traía
un aval excelente de organismos que habían
tenido contactos de trabajo y solicitó
una plaza que estaba a disposición. Le
devolvieron el expediente con una escueta carta
en la que le decían que no podía
concretarse a su favor el puesto al que optaba.
Sin explicaciones".
Y allí comenzó el calvario. ¿La
explicación? Muy simple: "Lo que a
mi esposo le faltaba era lealtad política".
Y esa falta de lealtad política estaba
reflejada en su expediente. "En las evaluaciones
técnico profesionales le habían
puesto algunas notas que no estaban relacionadas
con su trabajo, pero sí con su actitud,
poco participativa en otras actividades político,
culturales, sociales", nos explica Loida.
"Alfredo no hacía nada en contra del
gobierno. No participaba en la oposición,
era un excelente trabajador, pero su delito era
no tener participación política".
Y como una gran paradoja, cuando queda sin empleo
a causa de su "no participación política",
es cuando él decide vincularse a la oposición
activa. Era el año 1991. "Alfredo
es sindicalista independiente, aunque no fue a
eso a lo que él dedico más esfuerzos
dentro de la oposición. Lo que más
hizo fue educación en Derechos Humanos,
un tema tabú en el sistema educacional
cubano. Se dedicó mucho tiempo a formar
una cátedra para formar instructores públicos
en Derechos Humanos. Sólo pudo impartir
tres clases de ello porque las clases fueron suspendidas
por la seguridad del Estado", recuerda Loida.
Al otro tema que le dedicó mucho tiempo
fue al Proyecto Varela. "Era lo que estaba
llevando a cabo en el momento de su detención,
la recolección de firmas. Es miembro del
comité nacional del Proyecto Varela. Eso
no aparece en el juicio ni en la sentencia, pero
ésa es la verdadera causa de su detención".
El máximo obstáculo que enfrenta
Loida y su hijo para ver a su esposo es la complicación
para llegar a la cárcel. "Salimos
el día antes para poder estar temprano
en la prisión y el regreso lo hacemos el
mismo día o al siguiente. Tenemos que salir
de aquí, por la caja de bultos que llevamos,
en un auto de alquiler hasta la terminal de trenes
o de buses. Allí abordamos un bus hasta
Las Villas. Y allí tomamos carros de caballos
que es el transporte habitual de Las Villas. Un
coche a caballo". Todo este tiempo, Loida
ha sido una activa participante de las Damas de
Blanco. Una actividad que la llena de fuerza y
optimismo para superar los desafíos que
le ha significado estar separada de su esposo.
Pese a los sufrimientos de la prisión Alfredo
ha mantenido en alto su fortaleza espiritual.
"A sus cincuenta y seis años su salud
se le ha comportado excelente porque es un hombre
que ha practicado mucho deporte, no ha tenido
vicios", cuenta Loida. Y confiesa que ella
se ríe y le hace bromas a su esposo con
que es antisocial. "Su alegría es
jugar ajedrez. Desde muy joven sufre de la columna
y hace crisis recurrentes, le dan dolores y tiene
que hacer reposo. Después de preso ha tenido
situaciones con la presión y con el oído.
Esos problemas no los ha podido resolver".
 |
Alida
Viso
esposa de Ricardo González |
Alida Viso es esposa de Ricardo González,
quien tras ser coordinador de actividades culturales
se hizo periodista independiente en 1995. Corresponsal
de Reporteros Sin Fronteras desde 1998, ese mismo
año organiza y dirige la Biblioteca "Jorge
Mañach". El 31 de Mayo del 2001 funda
y preside la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez
Sterling. Pero su mayor "atrevimiento"
la mayor "osadía" de Ricardo
González, fue fundar, junto a otros periodistas
independientes como el poeta Raúl Rivero
una revista hecha desde dentro de Cuba, y para
los cubanos. Lanzar la revista DE CUBA fue un
"desafío" al hermético
monopolio del que goza el gobierno cubano en los
medios de comunicación. Era más
de lo que el régimen podía tolerar.
La revista decía en su editorial que su
publicación dentro de Cuba "parecería
un milagro si no hubiera sido una necesidad nacional".
Salieron los dos primeros números antes
de la ola represiva.
La seguridad del estado llegó al hogar
de Alida y de Ricardo el 18 de marzo del 2003.
Al mes siguiente, el 4 de abril, en juicio sumarísimo,
el periodista fue condenado a 20 años,
acusado de infringir la ley 88, más conocida
como Ley Mordaza.
Desde entonces, Ricardo anima con optimismo a
su esposa, y escribe que "cuando no estoy
bien estoy mejor", o ""aquí
entre barrotes me siento libre". Pero la
procesión va por dentro. Ha sufrido varias
enfermedades y tres operaciones quirúrgicas.
Su salud es muy frágil, como Alida ha advertido
al mundo.
Meses después de la ola represiva, unos
cuantos periodistas, encabezados por la audaz
Claudia Marquez Linares lograron sacar un tercer
número de la revista De Cuba, en abierto
desafío al gobierno. Ese número,
un homenaje a gente como Ricardo González,
fue una edición especial acerca de la represión
y la respuesta internacional, los prisioneros
de conciencia y sus familias. Ojalá pronto
Ricardo pueda coordinar la edición del
cuarto número de la revista desde su casa.
Alida vive en la Calle 11 #78 Apto. 2, e/ E y
Font, Lawton, Ciudad Habana.
|
|
Algunas citas textuales de estos breves semblantes se han
obtenido del libro de Cadal
acerca de Las Damas de Blanco de Erika Lüters Gamboa,
y de otras fuentes. Algunas de las fotos son del libro "También
es nuestro problema".
Cuba y el mundo reconocen hoy, de forma merecida y creciente,
a las Damas de Blanco. El Parlamento Europeo las ha premiado
con el Premio Sajarov a los Derechos Humanos (enlace interno
a discurso de recogida del premio) No son una organización
burocrática, ni tienen presidente ni secretaria ni
lazos formales entre ellas.
Vestidas de blanco se dirigen cada domingo hasta la iglesia de Santa
Rita en el barrio habanero de Miramar. Después de misa recorren
pacíficamente la quinta avenida u otras calles en silencio.
Portan las fotos de sus seres amados con los años de sus
injustas condenas.
La pluralidad del grupo es muy grande, pero es más lo que
las une que lo que las separa.
Esta unión les ha servido para mantener la esperanza, para
apoyarse mutuamente y soportar mejor las dificultades que todas
ellas sufren. Las más "conocidas", especialmente
para la prensa internacional, son las de La Habana, pero Damas de
Blanco hay en todas las provincias o pueblos cubanos donde exista
un detenido de la ola represiva de la primavera negra (enlace interno)
del 2003.
Desde que comenzaron con sus actividades (enlace interno) han sido
amenazadas por el gobierno. La Seguridad del Estado ha tratado de
chantajearlas a través de sus familiares encarcelados o a
través de sus hijos.
Pero Las Damas de Blanco no han flaqueado ni se han desanimado.
Al contrario, sus experiencias las han enriquecido. Compartir el
dolor y la desazón las ha reforzado. Y su mayor activo es
la solidaridad. En la iglesia de Santa Rita o en otras parroquias
de provincias, las solidarias Damas de Blanco se fortalecen mutuamente
y renuevan su lucha pacífica por reencontrarse con sus seres
queridos.
La calle es de las Damas de Blanco, y ni los chantajes del gobierno
ni sus indignos y orquestados actos de repudio -colectivos o individuales-
las han doblegado.
No lo han logrado ni lo lograrán. Parafraseando a José
Martí, en el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro,
como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchas personas
sin decoro hay siempre otras que tienen en sí el decoro de
muchas personas. Son las que se rebelan con fuerza terrible contra
los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los
personas su decoro.
Con las Damas de Blanco caminan todos los domingos miles de personas,
camina un pueblo entero, camina la dignidad humana.
|
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Julio de 2006
DamasdeBlanco.com
Solidarízate con Las Damas de Blanco y sus familias.
Es gratis y no conlleva ninguna obligación. Danos tus
datos y te mantendremos informado de nuestras actividades,
de acciones que puedes realizar para apoyar a los demócratas
cubanos y de los eventos más importantes relacionados
con Cuba. |
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